Cuando iniciamos cada año nos proponemos proyectos, metas por realizar y es en el último trimestre del año que nos percatamos de lo que no hemos ejecutado hacer lo que nos propusimos.
¿Qué pasa en muchos negocios? ¿Por qué es que en el último trimestre del año es que reaccionamos y empezamos a ejecutar?
Muchas veces no estamos claro del objetivo de esos proyectos, y al no saber qué queremos lograr, procrastinamos, y nos sumergimos en el torbellino de los imprevistos, y de las tareas del día a día.
Es en el último trimestre del año cuando empezamos a darnos cuentas que no hemos ejecutado lo que nos hemos propuesto, y queremos entonces empezar a ejecutar esas tareas que nos ayudan a avanzar para lograr esa visión que queremos materializar.
Algunos de las causas que se presenta de porque no ejecutamos son los siguientes:
- No establecer objetivos S.M.A.R.T. (Específicos, Medibles, Alcanzables, Realistas y con tiempo). Los equipos no están claro de lo que se quiere lograr, se hacen planes estratégicos que son conocidos por pocos o solo se encuentra en la cabeza del CEO. En las empresas los departamentos no elaboran un plan de acción que contribuya a la consecución de su plan estratégico.
- Tener muchos proyectos al mismo tiempo sin capacidad para ejecutarse. Se planifican tantos proyectos que muchas veces no tienen capacidad de recursos para llevarse a cabo. Abrirse tantos frentes hace que nos ocupamos en tantas cosas, que al final no completamos un trabajo de calidad. Menos, pero mejor siempre va a ser una muy buena elección.
- El clima laboral es un factor clave para lograr resultados. Que todos se sientan parte, escuchados, que su opinión cuente, hace que los miembros de un equipo se comprometan a lograrlo. Los equipos debe ser autónomos capaces de decir como alcanzar los objetivos y a lo que se comprometen.
- No tener tablero o solo tener tableros con mediciones de resultados, Las mediciones de resultados son para los entrenadores, hay que tener mediciones para los equipos, para quienes ejecutan, donde puedan por ellos mismos ver donde están y hacia donde quieren ir.
No tener sesiones de rendición de cuentas solo para las metas. Nos sumergimos en olas de reuniones donde mezclamos el día a día, los proyectos y no tenemos esas sesiones específicamente para tareas de metas, donde entre el mismo equipo se rinda cuenta uno con otros y se establezca los compromisos a los cuales se hizo responsable.
¿Cómo crear la disciplina de la ejecución? Una buena definición de metas y el seguimiento adecuado nos permitirá alcanzar lo que nos proponemos sin importar el torbellino de tareas que se nos presente. Algunas recomendaciones son:
- Establecer metas que realmente sean importantes y que representen un desafío.
- Generar mediciones tanto de resultados que podamos ver hacia donde queremos llegar y mediciones que únicamente los equipos influencien en ellas, mediciones de tareas que comprometen al equipo y contribuyan al resultado esperado.
- Crear tableros de mediciones claros, fácil de entender para los equipos donde puedan visualizar sus avances. Que sea visible por todos y alimentado por cada miembro.
- Realizar reuniones de rendición de cuentas de no más de 20 o 30 minutos, máximo una vez a la semana donde cada miembro del equipo dice a que se compromete y que ha realizado que contribuya a los avances de las metas del tablero.
A pesar de que en los inicios es difícil de implementar pues siempre habrá miembros del equipo a lo cuales no le genera importancia, a medida que vaya pasando el tiempo y se convierta en un hábito de planificación y seguimiento, se ven los resultados y se va notando de la importancia de dichas sesiones.
Es como cuando iniciamos a hacer ejercicios, puede ser cuesta arriba, pero a medida que vamos viendo los resultados en nuestro cuerpo, va teniendo su importancia y motivación al cumplimiento.
El torbellino del día a día siempre nos va a arropar, luchemos por sacar el espacio que nos permita ejecutar lo crucialmente importante para crecer